Historia del durómetro

El estudio de la dureza de los materiales es una prueba muy valiosa, debido a la información tan reveladora que arroja sobre éstos, lo que contribuye a optimizar al máximo su uso, basándonos en sus propiedades y en el peso que pueden soportar.

A lo largo del tiempo, estos métodos y técnicas se han ido perfeccionando, desde unas primeras formas de rayado más rudimentarias hasta procesos más avanzados, con uso de imágenes automatizadas.

Podemos remontar las primeras pruebas de rayado sobre el año 1700, que se hacían mediante unas barras. Esta prueba fue mejorando, hasta que, durante la década de 1800, se creó la escala de Mohs, que aún se utiliza en la actualidad.

Las primeras pruebas de dureza por indentación, basadas en la carga necesaria para provocar una reacción en los materiales, se desarrollaron alrededor del año 1859, método que se utilizaba especialmente en materiales blandos. Ya en 1900 se fue perfeccionando dicha técnica.

Además, en dicho año se proyectó la primera prueba estandarizada de indentación por J.A. Brinell, prueba de dureza que aún se sigue utilizando hoy en día.

Otra de las pruebas más importantes desarrolladas en esa época fue la realizada por Albert. F. Shore, quien lanzó un probador de dureza con escleroscopio, que utilizaba un martillo con punta de diamante, el cual se sostenía dentro de un tubo con frente de vidrio.

Conforme fue avanzando el siglo XX, la fabricación y uso de herramientas fue progresando y los durómetro se hicieron mucho más sofisticados, ya que se requerían pruebas más precisas y eficientes para conocer mejor las características de los materiales.

Entonces, a lo largo de esta época fueron desarrolladas otras pruebas de dureza, tales como la de Vickers y la de Rockwell.

En la actualidad dichas pruebas se han ido perfeccionando y son las más utilizadas.

La principal novedad con respecto a los durómetros en este siglo XXI es la posibilidad de utilizar tecnologías de automatización en los sistemas de dureza, que permiten analizar las imágenes de las indentaciones realizadas.

Con este sistema, los durómetros pueden trabajar en conjunto con ordenadores que llevan instalados software de dureza, con cámaras de vídeo USB y con mesas motorizadas de desplazamiento, lo que consigue que el proceso de hoy en día sea completamente automático. Esta tecnología permite que se pueda analizar la dureza de varios materiales en un proceso ágil, rápido y mucho más ordenado.

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